miércoles, 11 de septiembre de 2013

Maternidad e identidad: quien era yo antes de ser madre??


Hoy vamos a hablar acerca de que sucedió con aquella mujer que dejamos atrás a partir de la maternidad. Porque si hay un evento que definitivamente marca un antes y después en la vida de toda mujer es el de convertirse en madre. Dar vida es la experiencia más alucinante y transformadora que puede vivir un ser humano; a la mujer le toca el maravilloso papel de contribuir con su propio cuerpo a este proceso, de modo que la movilización es grandiosa tanto desde el punto de vista físico como emocional, pero también desde el punto de vista identitario.

Porque conforme avanzan los cambios que dan paso al desarrollo de la vida dentro nuestro, también la psiquis se modifica, no solo el cuerpo se pone a disposición de la vida que crece dentro, en nuestra mente empieza a operar un desplazamiento del centro de referencias. Desde el punto de vista identitario esta transformación es revolucionaria en el sentido en que se produce un cambio de orbita del eje basado en el “yo”, nuestra propia existencia se pone a disposición de aquellas que están en camino y nos necesitan para crecer.

Y una vez que nuestros hijos llegan al mundo toda esta maquinaria transformadora que se puso en marcha durante el embarazo comienza a funcionar. En mi caso el convertirme en madre de dos a la vez, ha sido una experiencia tan intensa, que durante el primer año de los bebés, con el nivel de demanda al que estaba sujeta, casi me perdí de vista. Meses y meses no haciendo otra cosa que dar la teta, apaciguar los llantos de los bebés, seguir el ritmo de sus necesidades y malabarismos para poder conciliar el sueño tuvieron su correlato en escaso o nulo tiempo para pensar o dedicarme a mí, con solo decir que consideraba suficiente el poder tomarme una ducha o terminar una taza de café, lo digo todo.

Nunca voy a olvidar el día que había planificado una salida de unas horas fuera de casa para respirar un poco de mí, tras semanas y meses sin poder dormir, ni sentarme tranquila a terminar un plato de comida sin tener que salir corriendo a atender alguno de los peques, sin poder contestar siquiera un mail, y saliendo de casa tan solo para una compra de emergencia con los bebes acuestas; sentía imperativamente que debía tomarme unas horas para mí.

Había estado días pensando en la logística de la salida: quiénes me iban a remplazar, en qué horarios, explicar los detalles de sus rutinas, etc, etc, etc. Teniendo todos los cabos atados, llegó el ansiado día y la hora indicada y resultó ser que se desató literalmente una tormenta de aquellas, con chaparrones, vientos huracanados y granizo incluido; de manera que mi marido no podía llegar a casa en el horario acordado, los abuelos que iban a hacerme la posta tuvieron un percance y no llegarían a casa en menos de de dos horas y en el medio, el tsunami hogareño: los niños que lloraban a mas no poder cada uno demandando cosas diferentes; desbordada, sentí que había llegado a mi tope de exigencia, que mas cansancio no se podía sentir y me broté de furia, les grité a todos!!! todos eran culpables en ese momento de todas mis postergaciones, mis privaciones y necesidades contenidas.
Fue un momento crítico, había sobrepasado el limite de mis capacidades. Ahí me di cuenta que tenía que pedir ayuda, mucha ayuda para empezar a reorganizar mi vida y a recuperar mi “yo” porque de seguir así, iba camino a transformarme en una mujer sobrepasada, amargada y alienada, malgastando todo el esfuerzo y dedicación, y trasmitiéndole a mis hijos aquello que no soy.

A veces esta dedicación "talibana" a nuestros hijos hace que nos perdamos a nosotras mismas en el camino, no debemos dejar que esto suceda. En este trajín diario nuestra identidad comienza desdibujarse y un día, perdida en el griterío, entre mamaderas, esterilizadores y papilla nos asalta la crisis existencial y aparece la pregunta: quien era yo antes de ser madre?

Empezamos a recordar con melancolía y lejanía que además de todo lo que hacemos hoy teníamos una pareja con la que disfrutábamos momentos del día, una profesión en la que poníamos nuestra vocación, esfuerzos y creatividad, unas amigas con quienes nos juntábamos a compartir, distendernos y reír, un cuerpo al que cuidábamos fortaleciéndolo con actividades y buena alimentación. Pero no necesariamente la maternidad debe estar reñida con todo esto, sino por el contrario debe estar imbricada y de aquí surge un aprendizaje que debemos hacer.

Debemos aprender a reconocer cuando nos perdemos en el camino y a pedir ayuda para poder combinar nuestras necesidades con las de la familia que estamos formando, porque en este proceso de transformarnos en madres también hemos adquirido nuevas capacidades, perspectivas y valoraciones que en vez de borronearnos, si logramos acompasarlas, pueden ser una verdadera oportunidad para afianzar nuestro ser, para enriquecer nuestra identidad y para fortalecer todas las facetas que la componen, solo hay que tomar conciencia y saber aprovecharlo.

Que piensas? De que modo te ha transformado la maternidad? Has llegado preguntarte quien eras antes de ser madre?

2 comentarios:

  1. A mi me pasa como esta historia.una vez que he desvordado toy con anciedad. La ayuda en necesaria yo necesito encontrarme.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Encontrar la ayuda en el momento indicado es la clave para no desbordar, definitivamente!

      Eliminar

Productos para gemelos y mellizos

Productos para gemelos y mellizos
Visitános

Entradas populares